Camino
por la vereda. Todavía es temprano. Hago tiempo para no llegar
antes. Odio llegar antes de tiempo. Me paro frente a la vidriera de
una librería. Siento el sol en todo el cuerpo, derritiéndome. No
veo nada más que el calor y el sudor e imagino mentalmente el
recorrido de la gota que va por mi nuca, baja por mi espalda hasta
estamparse absorbida por la tela de mi remera, dejando un charquito
muerto de mar. Otras la imitan y se multiplican los charquitos.
Mi cara brilla húmeda y no alcanza con llevarme el hombro vestido a
la cara para frenar la hemorragia de sudor. Parado, mi frente sobre la
vidriera busco una distracción, trato de hacer foco en algún libro.
Disimulo mi nulo interés. Leo un título El
intenso calor de la luna. ¿Hará tanto calor
en la luna como ahora acá? No tengo mucho tiempo como para entrar a
la librería ni tan poco como para seguir camino. Entro convencido de
que es sólo un momento. Tampoco quiero que piensen que entro a
"robar" un poco de aire acondicionado pero es la verdad, no
me interesa ningún libro. Solo matar este tiempo muerto. Unos
segundos refrescantes y me voy. Muy bien, no hay aire, o no anda, o están ahorrando o espantando a los "roba aire acondicionado".
No hay cliente que pueda soportar un lugar en estas condiciones.
Quedan los compradores compulsivos y los ladrones inexpertos que no
hacen ningún tipo de inteligencia previa. Veo otro libro: El hombre
que confundió a su mujer con un sombrero. Empiezo a hojearlo. Varios
relatos de casos clínicos raros. Me pierdo en la lectura del
primero. El hombre no puede reconocer caras, ni siquiera la suya,
solo a ciertas personas por rasgos o gestos distintivos, por la forma
de moverse o por su voz, por la música de su cuerpo. Se llama ceguera facial. Y, pese a que no hay ningún problema en la vista, el hombre, de verdad, confunde a su mujer con el sombrero. Termino de
leer el relato-historia clínica. Bajo techo, aunque no haya aire, el
calor es más soportable. El sudor en la cara ahora es un viejo
recuerdo perdido. Empiezo el segundo, sobre un marinero perdido, pero no es muy cómodo leer parado.
Compro el libro y también llevo El
intenso calor de la luna. Aunque no sé de
qué se trata me gusta el título. Miro el reloj, como siempre, llego
tarde.
Así vemos el reloj los impuntuales |
excelente!una lectura aunque sea de un cholulo,es una lectura al fin.
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